Entendemos por startup a un proyecto o emprendimiento ascendiente basado en la innovación y en la tecnología, que tiene el potencial y la proyección internacional de llegar a un sector con un producto o un servicio disruptivo. Cuando hablamos de innovación nos referimos al objetivo principal de una startup, ya que no solo busca la rentabilidad, sino cambiar o mejorar la forma en que el mercado o los consumidores utilizan algún producto o servicio.
Como el mismo acrónimo lo indica, pyme es una pequeña y mediana empresa que tiene como objetivo generar beneficios y valor a corto plazo, y su proyección a largo plazo es convertirse en una mediana o gran empresa que mantenga una posición estable y rentable, en su mayoría, en el mercado de país de origen.
Entre los ejemplos más comunes que conocemos pueden estar las cafeterías, los restaurantes, las zapaterías, las ferreterías, los colegios, etc.; siempre y cuando no tengan trascendencia internacional.
Diferencias
Una manera diferente de ver la innovación
Un punto importante a saber es que una pyme no requiere de la innovación como columna vertebral de su negocio; ya que muchas de estas organizaciones han sido comercios familiares o continúan a través de socios sucesores. En cambio, una startup está siempre de la mano de la innovación, que se puede dar en tres puntos: producto, modelo de negocio y tecnología.
Creación de empleo
En la pyme el empleo, mayormente, se genera a nivel local; además, suelen tener un único fundador y generan un determinado número de puestos de trabajo. Mientras que, en una startup, mucho del trabajo se puede realizar desde cualquier parte del mundo, ya que existe una mayor flexibilidad en la organización.
Las startups suelen ser creadas por equipos cuyos socios tienen habilidades distintas y complementarias. Además, una diferencia notable es que una pyme tiene un número mucho mayor de empleados que una startup, ya que esta puede tener, generalmente, entre 5 a 30 empleados.
Capacidad de crecimiento
Una pequeña y mediana empresa está muy ligada a la financiación bancaria. También, suele crecer de manera lineal, y su horizonte de crecimiento se ubica, generalmente, más a corto y medio plazo. El crecimiento de las inversiones de una startup se realiza durante un período más largo, es decir, goza de un crecimiento exponencial, pero a lo largo de un período de tiempo más extenso. Además, no hay que olvidar que la logística de una startup es mucho menor a la de una pyme, lo que favorece a la escalabilidad.
Un aspecto importante que resaltamos en las startups, es que, para el despegue inicial, muchas veces trabajan junto con incubadoras o aceleradoras de empresas. Luego, una vez que han validado su propuesta, buscan llamar la atención de inversores, fondos de capital o grandes empresas internacionales que puedan comprarlas, ya sea en parte o en su totalidad.
Diferente nivel de riesgo
Las startups corren mayores riesgos que las pymes al presentar soluciones disruptivas que no pueden ser bien recibidas por el mercado y arriesgan su idea a un “todo o nada”, por lo que su tasa de supervivencia y sus probabilidades de éxito son menores. Una startup que triunfa puede obtener una fortuna mucho mayor y crecer hasta dominar un nicho de mercado, por lo que opta por dos vías: fusión o venta a una gran firma; o la salida a la bolsa.
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