La posibilidad de una máquina capaz de pensar y sentir como nosotros es inquietante. No en vano ha sido tópico de multitud de libros, películas y series de ciencia-ficción, así como de estudios científicos que intentan desentrañar el misterio de la mente humana y la posibilidad de replicarla en un ser artificial. ¿Pero tal cosa es posible? Para saberlo, veamos qué se entiende por Inteligencia Artificial (IA) y en qué se diferencia de la humana.
La Inteligencia Artificial (IA) es la disciplina que se encarga de dotar a las máquinas de comportamiento inteligente. ¿Pero a qué se refiere la palabra “inteligencia” en este caso? ¿Significa que las máquinas pueden tener mente y emociones…? No necesariamente. En el contexto de la IA, se entiende por “inteligencia” la capacidad de percibir y procesar el entorno, y tomar decisiones óptimas para la consecución de un objetivo determinado.
Para ilustrarlo, tomemos el sencillo ejemplo de la visión artificial. La visión artificial es la capacidad de los sistemas informáticos de ver. Es decir, capturar y analizar información visual y reconocer los objetos de la imagen.
En las cámaras digitales, por ejemplo, esta tecnología permite lograr el conocido efecto Bokeh, que consiste en enfocar a la persona en primer plano mientras el fondo queda difuminado. Esto es posible porque la IA de la aplicación es capaz de distinguir los diferentes objetos de la imagen, tal como lo harías tú, la mascota de tu vecino o un canario.
Otros ejemplos más complejos serían el aprendizaje artificial (la máquina es capaz de aprender y hacer cosas nuevas sin haber sido programada para ello), el procesamiento del lenguaje natural o PLN (la máquina puede “entender” los textos), el reconocimiento de patrones… y, por supuesto, el razonamiento artificial y la simulación de emociones.
Estas dos últimas aplicaciones de la Inteligencia Artificial son las más complejas y las que más expectativas causan. Y es posible que en un futuro se puedan crear seres artificiales capaces de pensar y sentir como lo hacemos los humanos… o, quién sabe, incluso mejor que nosotros.
En este sentido, se han hecho grandes avances y ya tenemos programas capaces de percibir, razonar, aprender, resolver problemas y realizar muchas otras funciones cognitivas propias del ser humano. Así que el futuro es bastante prometedor.
La Inteligencia Artificial es un campo de estudio bastante amplio, y como tal tiene muchas aplicaciones. Pero la más interesante es aquella relacionada con la consciencia y los sentimientos. Aunque hay muchos críticos a la idea de que una máquina pueda pensar y sentir, la mayoría de los expertos del campo de la Inteligencia Artificial creen que en un futuro se podrá crear una máquina “humana”.
El principar argumento a favor de ello, es que el cerebro es en sí una máquina… biológica, pero máquina a fin. Y, como tal, se rige por leyes deterministas que se pueden replicar. Si pudiéramos entender exactamente cómo funciona el cerebro humano y replicarlo por medios digitales, lograríamos crear una persona artificial con todas las capacidades de una real. Y esto implica no solo la capacidad de razonar, sino de tener consciencia del “yo”.
Pero de momento esto es solo una posibilidad. Aunque se han creado robots capaces de autoidentificarse, en realidad no tienen una verdadera consciencia del “yo”. Es más, ni siquiera hay un “yo” dentro de ellos. Las máquinas actuales no hacen más que simular, y aunque en ocasiones puedan parecer muy humanas, todavía están muy lejos de serlo.
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Esta entrada ha sido publicada el 18/02/2020 03:42
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